Dios nos purifica el alma (Isaías 1:18-19), nos saca del cautiverio del mundo (Juan 8:32), nos libra de las ansiedades (Juan 14:27), nos libra de nuestros perseguidores, nos libra del enemigo, nos da un nuevo estatus, una nueva vida, una libertad que nunca habríamos conocido sino por Él.
Nuestro Señor nos acompaña en las pruebas y en las dificultades, nos sostiene en nuestro proceso de búsqueda espiritual y de perfeccionamiento en Cristo, nos entrega su sabiduría divina…
En los momentos que pensamos que no hay salida, abre océanos para darnos paso, por nosotros derriba muros, vence gigantes y manifiesta su poder de manera infinita en favor de los que le creemos.
El éxito en la vida espiritual al lado de Dios no significa ausencia de dificultades, significa que no importa los embates de las circunstancias, conocemos nuestro final de victoria en cada etapa, siempre de la mano de Dios.
Pelear nuestras batallas y avanzar hacia un triunfo seguro de las manos de Dios viene siempre por estar seguros a quien le servimos, de dónde venimos, quien nos respalda, quien nos sostiene, quien pelea por nosotros, de quien es la venganza de nuestros angustiadores, de quien es todo el poder, quien es el principio y el final de todo lo conocido y desconocido, quien ha estado presente en todos los momentos de nuestra vida, quien nos dio un soplo de vida que salió de su propio ser.
Es imposible para el ser humano comprender la infinidad de Dios, pues hasta conceptualmente es imposible contener algo ilimitado (Dios) en lago limitado (nosotros), pero cuando tenemos consciencia de que realmente nuestro Padre todo lo puede, es automático comprender que para Él nada es imposible y por tanto, solo con nuestra Fe, obediencia y lealtad puestas en Jesús somos ya, más que vencedores.
Por: Angely Valdez
Por: Angely Valdez
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